Durante todo el año se celebran fiestas que se remontan a muchos siglos atrás. El calendario de fiestas tradicionales empieza en enero, con las hogueras de san Antonio, que se encienden en decenas de pueblos en el corazón de la isla. En febrero tocan las sugestivas y misteriosas fiestas de carnaval con atuendos y máscaras que varían en cada pueblo. Absolutamente imperdibles las acrobáticas exhibiciones de las parejas de caballos durante la Sartiglia de Oristano, las danzas ancestrales de los Mamuthones en Mamoiada y de los Merdules en Ottana y las fiestas alegóricas de Bosa y Tempio Pausania, donde todo el año se vive para la fiesta. En Pascua, la pasión de los ritos de Semana Santa revive en muchos pueblos, cada uno con sus peculiaridades. Son famosas las fiestas de Aggius, Alguer, Castelsardo, Iglesias y Oliena.
Mayo es el mes de la identidad sarda con apasionadas fiestas que encarnan el espíritu de la isla e implican a miles de visitantes seducidos por estas tradiciones atávicas. Se empieza por la fiesta de san Efisio: desde hace más de tres siglos y medio, es el evento por excelencia de Cagliari, pero puede considerarse la fiesta de toda Cerdeña por la participación coral de toda la población isleña. Y luego, en sucesión rápida, casi una por semana, las celebraciones de san Francisco en Lula y las fiestas de san Simplicio en Olbia, que unen lo sagrado con lo profano. Las fiestas de carácter identitario de mayo terminan con un espectáculo laico, la Cabalgada sarda, que se remonta a finales del s. XIX y que todavía maravilla a sus espectadores: se trata de un desfile de centenares de jinetes y de amazonas y de miles de figurantes, vestidos con trajes tradicionales, que tiene lugar en Sassari.
Identidad, color, música y folclore vuelven en verano. A principios de julio tiene lugar la desenfrenada carrera de caballos de Ardia en Sedilo. En agosto, viene lo mejor. La vigilia del día de la Asunción, la Faradda di li candareri, es decir, una procesión danzante de grandes candeleros simbólicos por las calles de Sassari, que se repite idéntica desde hace cinco siglos. A final de mes, la feria del Redentor en Nuoro, una combinación profunda y equilibrada de devoción y tradición laica.
Algunos días después, en Cabras, la tierra de los Gigantes, se respira un aire de solemne espiritualidad con la Carrera de los descalzos, una singular procesión que se repite idéntica desde hace cinco siglos. Luego, es posible vivir una boda como las de antes gracias a unas de las fiestas más fascinantes y especiales que perduran en Cerdeña: el Antico Sposalizio en Selargius y sa Coia Maureddina en Santadi en el Sulcis. En la misma época, en Bosa, en el barrio medieval y en el castillo de los Malaspina, resuena el eco de los gosos, los cantos de los coros, durante la feria de Nuestra Señora de sos Regnos Altos; mientras que, en Quartu Sant’Elena, se representa Sciampitta, una de las máximas manifestaciones folclóricas de Cerdeña.