Castelsardo

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Uno de los pueblos más bonitos de Italia se alza en un promontorio de la región histórica de Anglona, en el centro del golfo de Asinara, en el noroeste de Cerdeña. Sus orígenes se pierden en el tiempo, pero hoy es famoso por su fortaleza medieval, su naturaleza y sus tradiciones

Quizás en la época romana fue la mítica Tibula, pero lo que es seguro es que desde la Edad Media y hasta que llegaron las armas modernas fue una fortaleza inexpugnable, protegida por poderosas murallas y diecisiete torres. El núcleo original de Castelsardo creció alrededor del castillo de los Doria, que, según la tradición, se remonta al año 1102, aunque es más probable que sea de finales del s. XIII; actualmente, alberga el sugestivo Museo del Trenzado Mediterráneo, uno de los más visitados de Cerdeña. A principios del s. XVI, pasó a llamarse Castillo Aragonés y sirvió de sede episcopal hasta que se construyó la catedral de San Antonio Abad (1586), que te sorprenderá con su campanario rematado por una cúpula de mayólica y sus criptas que albergan el Museo Diocesano con obras del pintor anónimo conocido como el Maestro de Castelsardo. Bajo la dinastía de los Saboya, el pueblo tomó su nombre actual. Hoy, forma parte del selecto club de los lugares más bonitos de Italia y, gracias a sus bastiones y empinadas escaleras, mantiene intacto el noble aspecto de pueblo fortificado. Cuando visites los edificios religiosos e históricos, no debes perderte la iglesia de Santa María de la Gracias, el monasterio de los benedictinos, el palacio episcopal, el Palacio de la Loggia, sede del ayuntamiento desde 1111, y el Palacio de Eleonora d’Arborea.

Las fiestas de Semana Santa son una de las manifestaciones más típicas, auténtica expresión de fe popular, que evocan antiguas costumbres de origen español. El Lunissanti, lunes después del Domingo de Ramos, es sugestivo y pintoresco, sobre todo al alba con la larga peregrinación hacia la basílica de Nuestra Señora de Tergu. Por la noche, las calles del centro quedan iluminadas por antorchas y en ellas resuenan los coros sagrados. Tampoco debes perderte las Prucissioni del Jueves Santo ni Lu Lcravamentu del Viernes Santo. También son famosas las fiestas de San Antonio, el 17 de enero, que los vecinos celebran encendiendo hogueras. Y de las tradiciones a los restos arqueológicos y a los monumentos naturales. Entre los primeros, son de visita obligada la nuraga Paddaju, las murallas megalíticas prenurágicas en el monte Ossoni, la domus de Janas, a cuatro kilómetros del pueblo, así como los famosos relieves en forma de toro y la roca del Elefante.

En cuanto a la naturaleza, la mayor parte del litoral de Castelsardo corresponde a altos acantilados de traquita rosa. Hay pocos tramos de arena entre los que destaca la playa de Marina, en la entrada del pueblo, y la playa de Lu Bagnu, vecindario a dos kilómetros y medio, protegida por rocas tapizadas de verde: se trata de una largo arenal de color crema con un fondo salpicado de escollos planos. Los aficionados al windsurf y a la vela no pueden perderse punta La Capra, un tramo de costa espectacular donde los escollos crean un paisaje maravilloso donde disfrutar haciendo deporte. El mar también está presente en los restaurantes de Castelsardo: langosta, bogavante, cabras y erizos son algunos de los muchos mariscos que puedes degustar en sus mesas.

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