Una sensación de libertad, un ritmo constante, un clima templado, hermosos paisajes, carreteras con poco tráfico, con tramos desiertos, silencios que amplifican los sonidos de la naturaleza. Es Cerdeña desde el sillín: los amantes de las vacaciones en bicicleta experimentarán rutas en contacto directo con el paisaje y la comunidad de una tierra muy antigua, durante largos tramos sin contaminación, a veces dura y salvaje. Las carreteras se integran con lugares ricos en bellezas naturales y atracciones arqueológicas y culturales y satisfacen las necesidades de quienes combinan la pasión por la bicicleta y la naturaleza con las "ganas" de conocer. Dos ruedas son el medio y el hilo conductor. Puedes descubrir la zona en la que te aloja con rutas circulares en forma de anillo o hacer un recorrido por etapas pasando por estancias itinerantes: cada día un lugar diferente. En bicicleta de carretera o de montaña (para los aficionados del todoterreno), en la costa o en el interior, preferentemente en primavera u otoño, rutas de dificultad variable, desde el ciclista experimentado hasta el aficionado.
Numerosos itinerarios conducen al descubrimiento de los parques. En el norte de Cerdeña hay mucho para elegir. El parque de Porto Conte está atravesado por tres itinerarios conectados a la red principal: una ruta de 15 kilómetros en la zona de Capo Caccia, que atraviesa el bosque Le Prigionette, Cala della Barca y Monte Timidone; otro de seis kilómetros y medio en Punta Giglio, pasando por ruinas de la Segunda Guerra Mundial; un tercero en la zona de Monte Doglia-Arenosu, compuesto por dos anillos, de siete y nueve kilómetros, a lo largo de un carril para bicicletas desde Fertilia hasta el nuraghe Palmavera. Al lado, en el territorio de Sassari, encontrarás otros tres itinerarios contiguos para bicicleta de montaña: una agradable ruta en forma de anillo alrededor del lago de Baratz, la única cuenca natural de Cerdeña; un segundo itinerario que va desde el lago bajo la sombra de pinos, encinas y eucaliptos, hasta las dunas de Porto Ferro; el tercero es el sendero que bordea la costa, pasando por hermosas calas, escarpados acantilados y torres españolas, y que termina en el extremo norte de las Prigionette.
Una red troncal de cemento de 25 kilómetros, apta para bicicletas de carretera, atraviesa el parque de Asinara. Desde el eje central se ramifican rutas temáticas para realizar en bicicleta de montaña. Desde la antigua cárcel de Fornelli se puede seguir el sendero del agua, que recorre el mar, los manantiales, los arroyos, los estanques y los diques; el sendero de Castellaccio, para descubrir las ruinas medievales; y el sendero del granito, entre vegetación mediterránea, canteras y la estupenda (y no accesible) Cala Sant'Andrea. Desde el pueblo de Cala d’Oliva inicia el camino de la encina hasta el bosque de Elighe Mannu, y el camino del faro, un camino de tierra que pasa por la hermosa Cala Sabina y llega al faro de Punta Scorno. La naturaleza reina incostrastada y los animales viven sin ser molestados, incluido el burro blanco, al que se le dedica un sendero. Parte de Cala Reale, así como el sendero de la memoria, cinco kilómetros que recorren la historia de la isla: desde el domus de Janas de Campu Perdu al osario austro-húngaro (1938). Del noroeste al noreste. En el parque del archipiélago de la Maddalena se puede recorrer en bicicleta la circunvalación de La Maddalena en una hora más o menos; mientras que en la "hermana menor" Caprera, conectada por un istmo, pedalearás por un territorio virgen y sin contaminación. Los únicos edificios componen el Compendio garibaldino, uno de los museos más visitados de Cerdeña.
Atmósferas relajantes y atractivas, paisajes siempre cambiantes. Otro parque muy bonito, sitio de la Unesco, que se puede recorrer en bicicleta de montaña es el oasis de Tepilora, entre Montalbo y la costa de las Baronías. Se puede llegar fácilmente desde Posada o Siniscola. La bicicleta es perfecta también para descubrir la península del Sinis, un "trozo" de la auténtica Cerdeña, en parte sin contaminar, con tradiciones arraigadas en un pasado remoto y glorioso, interpretado por los Gigantes de Mont'e Prama. Desde Cabras, enclavada entre dos estanques, hábitat de los flamencos rosas, te adentrarás en el área marina protegida: la costa es en algunos lugares baja y arenosa, como en San Giovanni di Sinis o cuarzosa, como en is Arutas, que en partes es rocosa con imponentes acantilados. El litoral está vigilado por torres españolas. La ruta pasa cerca de San Salvatore di Sinis, pueblo teatro de la Corsa degli Scalzi (Carrera de los Descalzos). En un continuo vaivén, la historia se remonta al siglo VIII a.C., en el extremo sur de la península, donde se pueden admirar los restos de la ciudad de Tharros, centro comercial fundado por los fenicios, importante para los cartagineses y los romanos. Para visitar al atardecer, con el sol rojo que se hunde en el mar. Alrededor de los estanques de Cabras, donde las estrellas son los flamencos rosas.
Un paisaje y patrimonio histórico-cultural, una combinación de arqueología industrial y devoción, que encarna el alma de Sulcis. Caminos históricos a lo largo de minas en desuso y lugares de culto dedicados a la patrona de los mineros conforman el camino de Santa Bárbara. Los senderos son desafiantes, sobre asfalto, caminos de tierra y caminos de herradura, vías férreas en desuso: 24 etapas con un total de 400 kilómetros, que se pueden recorrer en bicicleta de montaña. Duración, una semana. La ruta ocupa tres cuartas partes del parque geominero de Cerdeña. Comienza y llega el recorrido en forma de anillo a Iglesias, conectando más de veinte centros del Sulcis-Iglesiente y Guspinese. Pasarás de relieves ricos en yacimientos metalíferos a asentamientos mineros costeros, como en Nebida y Masua - con el (entonces) túnel futurista de Porto Flavia frente al Faraglione Pan de Azúcar -; desde los bosques de Marganai hasta las dunas de Piscinas, desde Buggerru hasta la playa de Portixeddu, desde la mina de Serbariu hasta las grutas is Zuddas de Santadi y la gruta de San Giovanni en Domusnovas. También en Sulcis, encontrarás otras pistas ideales en el parque de Gutturu Mannu. También merece la pena explorar en bicicleta de montaña, cerca de Cagliari, el parque de Monte Arcosu, en el Medio Campidano, el parque del Monte Arci, cubierto de encinas, acebuches, alcornoques, vegetación mediterránea y obsidiana, el oro negro del Neolítico.
Aquí, la vida sigue el espíritu de los caballos salvajes, que corren orgullosos y mansos por las enormes charcas creadas por las lluvias (paulis). Un sinfín de caminos atraviesan las 4.400 hectáreas del parque de la Giara, una meseta basáltica que se eleva 600 metros sobre el nivel del mar. El silencio y una atmósfera suspendida, lunar por las piedras volcánicas, acompañan el ritmo de las pedaladas. Los caballos se asoman desde la distancia, alrededor de árboles doblados por el mistral, hermosas flores de narcisos y orquídeas, perfumes mediterráneos y abundantes rastros humanos, tanto prehistóricos como históricos. La ruta en forma de anillo es de 40 kilómetros. Se tarda una hora y media en llegar a la cima, pero el esfuerzo se verá ampliamente recompensado. La ruta es de terreno mixto, para ser abordada en bicicleta de montaña: pasarás de la tierra a los tramos de hormigón y al asfalto. Partida y llegada son en Turri o en Tuili. Primera dirección, Barumini, donde se encuentra su Nuraxi, imponente nuraghe, patrimonio de la Unesco. El itinerario continúa por las suaves colinas de Marmilla, cubiertas de campos de trigo dorados en primavera. Desde Gesturi la carretera comienza a subir: cuatro kilómetros de subida para llegar al corazón de Giara, tocando manantiales y pinnettas hasta la bajada asfaltada hacia Genuri, a lo largo de la cual visitarás las grutas fúnebres de sa domu de s'Orcu. Se continúa hacia Setzu, luego de nuevo Tuili y Turri para cerrar el anillo.
La red regional entra en la ciudad metropolitana de Cagliari y se conecta con pistas para bicicletas, como el larguísimo paseo marítimo del Poetto y con rutas temáticas dentro de los parques de la ciudad, como el parque de Molentargius-Saline. Desde la capital y sus alrededores, saldrás a descubrir lugares insólitos a lo largo de la vieja carretera 125: treinta kilómetros (y vuelta) hasta San Priamo, una fracción de San Vito. La salida es de Quartucciu, a lo largo del embalse artificial del Simbirizzi. Recorrerás una carretera entre valles, salientes y bosques: cuanto más te adentres en el antiguo este sardo, más retrocederás en el tiempo. Las curvas y los altibajos acompañan al oasis de los Sette Fratelli (Siete Hermanos), un parque regional de 58 mil hectáreas, parcialmente cubierto de bosques y dominado por picos de unos 1.000 metros. Los amantes del ciclismo de montaña podrán recorrer aquí senderos marcados. Se ha quedado atrás Campuomu y se ha llegado al cruce para Burcei, donde disfrutarás de un espléndido panorama de Cagliari y del golfo de los Ángeles. ¡Después está la bajada! Desde San Gregorio hasta el cruce para Mont'e Cresia, hasta regresar al interior de Cagliari.
