En el mar de color esmeralda de Cerdeña, viento en popa para los apasionados a la vela, al kitesurf y al windsurf. La isla no es solo para navegantes: cuando el mistral que barre el Mediterráneo sopla en la costa oeste, sus fascinantes litorales se convierten en la meta obligada de los amantes del surf de tabla, con olas rápidas y tuberas, que pueden alcanzar fácilmente los cuatro metros de altura en cabo Mannu, en el extremo norte de la península del Sinis. Desde Buggerru hasta Funtanamare, la costa occidental es el paraíso de los surfistas expertos, que no temen el ímpetu del mar ni los fondos rocosos.
Con sus casi dos mil kilómetros de costa expuesta a todos los vientos, Cerdeña es un espléndido gimnasio a cielo abierto. Para quien desea tomárselo con calma, las olas largas del sur permiten disfrutar de buenas surfeadas. Desde la playa del Poetto en Cagliari hasta las playas de Quartu Sant’Elena y Chia, siguiendo por las de Teulada y Porto Pino. Varias veces al año, todas estas playas se convierten en el escenario donde se desafían los mejores longboarders locales y, gracias a los numerosos spots que ofrece este litoral del sur de la isla, también kiters y windsurfers.
En el norte, en la vertiente occidental, destaca Porto Ferro, en el extremo norte de la Riviera del Corallo, en alguerés, Costera del Coral. En el centro, Santa Teresa Gallura, y, sobre todo, cabo Testa y Rena Majore. En la vertiente oriental, Porto Pollo. Son las áreas mejor equipadas, seguras y famosas gracias al viento constante y a la protección que brindan sus bahías, donde se puede practicar tanto kitesurf como windsurf. Siempre al máximo y durante casi todo el año.
En el golfo de Asinara, no se quedan a la zaga ni las calas de Costa Paradiso, ni la larga playa de Platamona ni, menos aún, Stintino, donde la moderna pasión por el windsurf va de la mano de la pasión por la tradicional vela latina, una usanza milenaria, rescatada y recuperada por los pescadores y los hábiles artesanos de este pequeño pueblo costero.