En gran parte de Cerdeña se les llama cumbessias en el Oristanés muristenes, son pueblos fantasmas aislados con un sabor místico que son fáciles de encontrar cuando se viaja por la isla en busca de lugares insólitos y preciosos. En silencio todo el año, se habitaban sólo en los días de las novenas, entre la devoción, la ruptura de los votos y las alegres fiestas colectivas en honor a los santos que dan nombre a las pequeñas iglesias rurales, a menudo pequeñas joyas del arte medieval. Los santuarios abrían sus puertas día y noche a los fieles, mientras que las casitas, equipadas "a la buena", acogían a los peregrinos que llegaban en procesión a pie o a caballo desde la parroquia del pueblo. El prior comenzaba los ritos marcados por los gosos, antiguos y conmovedores cantos de alabanza entonados a coro al amanecer y al atardecer, con celebraciones en la iglesia y con momentos de recogimiento y reflexión durante los paseos por los pueblos.
No sólo oraciones y espiritualidad, la novena era también una fiesta popular colectiva, entre la preparación de platos típicos y fuegos encendidos para los asados, después de la cena se permanecía juntos durante mucho tiempo, concursos de poesía, canciones y bailes tradicionales, y luego se dormía en las casitas dispuestas en círculo alrededor de la iglesia o en fila como la calle de un pueblo.
La costumbre de parar y descansar en lugares sagrados puede tener raíces muy antiguas, quizás nurágicas. Aristóteles también dijo que en la prehistoria de la civilización sarda, se difundía el incubatio, un curioso ritual que ayudaba a establecer contacto con el más allá y con lo divino, se consideraba una buena cura para el alma y el cuerpo dormir, durante cortos periodos y en circunstancias especiales, "con los héroes", junto a las tumbas de Gigantes.
Desde hace algunas décadas, lentamente se perdió la tradición de permanecer en los novenarios dispersos por Cerdeña, en la actualidad, después de los ritos religiosos, todo el mundo vuelve a casa y los pueblos permanecen en silencio.
Pero inexorablemente la antigua tradición emerge y algunos vuelven a abrir sus puertas día y noche, tarde o temprano volverá la fiesta sagrada.