Se dice que antiguamente era un refugio de piratas, motivo de su nombre. ¡Pero qué refugio! Te enamorarás a primera vista de este lugar mágico, seducido por su naturaleza salvaje y por el contraste de colores entre el verde de la vegetación que invade las rocas de granito y los infinitos tonos del mar que van desde el azul turquesa hasta el azul esmeralda, pasando por el azul claro y el azul intenso. Es cala Corsara, una pequeña bahía maravillosa en la costa meridional de la isla de Spargi, una de las perlas más brillantes del parque nacional del archipiélago de la Maddalena, elegida la playa más hermosa de Italia en 2016 en un famoso sitio de vacaciones y considerada una de las siete playas de toda Italia de visita obligada por la revista estadounidense Forbes en 2018. Por suerte, este paraíso terrenal solo es accesible en barca y estamos seguros de que, cuando llegues, no podrás resistirte al deseo de zambullirte en sus aguas cristalinas y nadar hasta su orilla, donde disfrutarás de la más absoluta tranquilidad y de unas vistas espectaculares.
La cala se compone de cuatro playas de arena blanca finísima, casi impalpable, rodeadas de pequeñas dunas donde crecen enebros, retamas, rosas y azucenas de mar. Algunos escollos de granito presentan formas muy curiosas, originadas por la erosión milenaria del viento y del mar. El más famoso es la Roca de la Bruja, en el lado occidental de la cala. Si en vez de relajarte tumbado al sol prefieres sumergirte, estás en el sitio ideal para practicar esnórquel o submarinismo y descubrir unos fondos marinos llenos de sorpresas, como pecios de diferentes épocas, que te permitirán sacar unas fotos impresionantes. En el bajo de cala Corsara yace el pecio de Spargi, una nave oneraria romana de 35 metros del s. II a. de C.: parte de su carga, hallada en 1939, se expone en el Museo Arqueológico Naval Nino Lamboglia de la Maddalena.
Spargi es la tercera isla más grande de las sesenta que forman parte del parque creado en 1994. Esta isla paradisíaca, deshabitada debido a su naturaleza granítica y abrupta y al hecho de que su interior, cubierto de maquia mediterránea, es casi inaccesible, esconde muchas otras perlas. Al sur, a poco distancia de cala Corsara, reluce la luminosidad cristalina de cala Soraya. En la parte oriental, vale la pena visitar la cala Granara y la cala Canniccio, una extensión de arena rojiza, acariciada por aguas de inigualable transparencia, con tonos que van del rosa de la orilla al azul intenso del mar abierto, pasando por una infinidad de gradaciones de azul. En la cala Conneri, llamada también cala del Amor, te quedarás boquiabierto: su playa de fina arena blanca está rodeada de rocas rosadas, invadidas por enebros, matorrales de romeros y lirios. El mar esmeralda desprende una luz casi surreal. Circunnavegando la isla de forma casi redonda, hay otras calas bordeadas por rocas que la erosión ha modelado y por una vegetación que llega hasta la orilla: al norte, cala Pietranera; al oeste, cala Piscioli. En la costa noroeste hay algunas fortificaciones militares construidas durante las guerras mundiales: el fuerte Zanotto y el puerto militar de cala Granu. Spargi tiene dos hermanas menores: Spargiotto, donde nidifican raras aves acuáticas, y Spargiottello, meta de los aficionados al buceo.
Las más de veinte mil hectáreas del territorio protegido del parque –que comprenden 180 km de costa– permiten disfrutar de una naturaleza virgen que vale la pena descubrir en barca, uno mismo de forma independiente o apuntándose a una de las muchas excusiones que salen de los puertos de La Maddalena, Palau, Porto Cervo y Santa Teresa Gallura. Las caletas de las islas permiten atracar en un sinfín de lugares. Además de Spargi, es famosa la isla de Budelli, donde se encuentra la exclusiva playa Rosa. En el extremo norte del archipiélago se encuentran las hermosas islas de Razzoli y de Santa Maria, unidas entre sí por un istmo natural. Al sur, se alza la isla de Santo Stefano, donde antiguamente había una base militar estadounidense. En el centro del archipiélago está la isla principal, La Maddalena con sus playas maravillosas, como Bassa Trinita y Monti da Rena. Por el este, la isla está conectada con un puente a la isla de Caprera, la segunda isla más grande del archipiélago, salpicada de espléndidas caletas, entre las cuales cabe mencionar la cala Coticcio, considerada la Tahití de Cerdeña; la isla también es famosa por albergar el Compendio Garibaldino, última morada del Héroe de dos mundos.