Encantador paisaje congelado en el tiempo, herencia nurágica e intensa devoción. Estas son las características de Gesturi, el pueblo más septentrional de Marmilla, con más de mil habitantes. Su territorio ocupa en parte la Giara (sa Jara Manna), una meseta de 600 metros de altura, antaño un imponente volcán, hoy un oasis virgen sin igual en el Mediterráneo. Vegetación y animales viven en simbiosis: un ‘museo natural’ con un denso manto de especies botánicas, flores y plantas raras adaptadas al clima y al terreno. Rociándolos, is paulis, enormes charcos de agua de hasta cuatro metros de profundidad. A su alrededor se extienden valles dominados por matorrales mediterráneos y laderas plantadas de olivares y viñedos, de los que se producen aceite de oliva y vino de excelente calidad. Mientras que a lo largo de las escarpadas crestas de la meseta aparecen bosques de robles y álamos, que dan paso a extensiones de alcornoques por encima de la meseta, casi todos ‘torcidos‘, inclinados por la fuerza del viento.
La belleza salvaje está habitada por patos, becadas, arrendajos, liebres y, sobre todo, por los caballitos de la Giara, una especie protegida, cuyo origen está envuelto en el misterio, de unos 500 ejemplares que viven en pequeños grupos. En la meseta, los relieves rocosos se elevan e interrumpen el terreno llano. Aquí caminarás por los signos que el hombre ha dejado a lo largo de 3500 años, incluido el ‘padre de todos los nuraghi‘, el protonuraghe Bruncu Madugui. Hay treinta sitios arqueológicos, incluidos menhir y domus de Janas de sa Ucca 'e su paui, tumbas de Gigantes y nuraghi de Pranu 'e Mendula, pueblos púnicos y romanos de Tana y Tupp'e Turri.
Gesturi es un destino de peregrinación gracias al hermano Nicola (1882-1958), beatificado por Juan Pablo II y que vivió en una modesta casa del pueblo, hoy convertida en museo. Desde aquí, seguirás un itinerario por callejuelas estrechas y mansiones con portales porticados y verandas, antiguas iglesias de la ciudad y santuarios campestres. La devoción se expresa en seis lugares de culto: en el centro verás el campanario de 30 metros de altura de la iglesia parroquial de Santa Teresa de Ávila (1607), que se celebra a mediados de octubre. En las afueras se encuentra la iglesia de Santa Bárbara, la más antigua (1473), a las afueras del pueblo, la Virgen del Rosario (siglo XVII), sede de is cunfrarius biancus, una fraternidad que durante Semana Santa se ocupa de la Virgen. Cristo es cuidado por los Hermanos del Santo Sepulcro, que residen en la pequeña iglesia de Santa María Egiziaca, que se destaca por su arquitectura y sus ‘estatuas vestidas‘. A cuatro kilómetros del pueblo, inmersa en un bosque de árboles centenarios, se encuentra la iglesia de la Virgen de Itria (1620), cuyas celebraciones, posiblemente de origen bizantino, comienzan en Pentecostés. Se combinan con ella la secular fiesta de la oveja. La fiesta más sentida es la del Hermano Nicola: dos días de intensas celebraciones.