Los últimos 26 años de la vida de Giuseppe Garibaldi tuvieron como telón de fondo el espléndido paisaje de Caprera, que fue un punto de referencia constante entre una aventura y la otra. Inmerso en el verdor y rodeado por los colores del mar del archipiélago de la Maddalena, en esta paz concibió y preparó las acciones que marcaron la historia del Resurgimiento italiano. La visita a la "Casa Blanca", donde el Héroe de Dos Mundos se instaló tras la muerte de su esposa Anita y el abandono de sus hijos, está llena de encanto. Te sorprenderá el contraste entre el glorioso pasado del general y la arquitectura sencilla y rústica de la residencia. Una frugalidad desconcertante: blanca, de mampostería, con tejado aterrazado, similar a las viviendas que Garibaldi encontró en Montevideo y otros lugares donde los pueblos sudamericanos luchaban por la libertad.
En el silencio de las habitaciones descubrirás un lado oculto de Garibaldi: la humanidad de un padre profundamente apegado a sus hijos. Reliquias, objetos y retratos que hablan de la vida cotidiana y de los afectos. De una habitación a otra, recorrerás su heroica vida. En los armarios: poncho, capa blanca y camisa roja. En las vitrinas, bala de Aspromonte, yesquero que le donó Antonio Meucci y velas tricolores. En la habitación donde murió, te impresionará el aire solemne, la pena que aún flota en el ambiente, en la cama rodeada por una balaustrada, en la silla de ruedas y el botiquín, en el reloj de fabricación inglesa que marca la hora de la muerte (18:21), el final de una aventura que se convirtió en leyenda. El Compendio Garibaldi es uno de los lugares históricos y paisajísticos más evocadores de Cerdeña, un destino de peregrinación cultural que atrae cada año a miles de visitantes de todo el mundo.
Después de su visita cultural, prepárate para un chapuzón en las hermosas calas de Caprera, dentro del Parque Nacional de la Maddalena: al este encontrarás, bajo total protección, cala Coticcio, la "Tahití sarda", a la que se accede por un sendero o por mar. Al sureste, es imprescindible visitar cala Portese (o de los Dos Mares), orgullo de la isla, y la espléndida playa del Relitto, caracterizada por su fina arena blanca y el esqueleto de un antiguo barco en la orilla. Al oeste, dominan las extensiones llanas: no te pierdas las aguas azules de Cala Napoletana, la naturaleza salvaje de Cala Garibaldi y la extensión de arena clara de Cala Serena.