"Tienes los ojos azules, los pies y las manos que parecen cunas: sí, en verdad santa, las cunas de alcornoques, colgados con cuerdas de pelo a las vigas de las casas de Onanì, son más pequeñas que tus manos". De "Colpi di scure" de Grazia Deledda. El pequeño burgo de Onanì, recordado en esta espléndida cita de Grazia Deledda, se erige en plena calle entre Bitti y Lula, en una zona de colinas cubierta por vegetación mediterránea y bosques de melojos. Cerca se extienden los saltos de Mamone, lugar de nidificación del águila real, y la zona atravesada por el río Riu Mannu con sus verdes prados en los que crecen cardos y férulas. El territorio de Onanì fue poblado desde la antigüedad, como muestra la presencia del monumento nurágico Santu Pedru en los márgenes del pueblo. Seguramente fue sede de culto en el periodo bizantino, cuando se desarrolló la devoción por Santa Elena, San Gavino y los Santos Cosma y Damiano, a los que se les dedicaron también pequeñas iglesias. En el Medioevo formó parte de la curadoría de Bitti bajo el dominio de Torres. Bajo la dominación aragonesa Onanì se transformó en feudo, y en el siglo XVII formó parte del marquesado de Orani. En el centro del pueblo, antiguamente ubicado al oeste en la iglesia de San Pedro, se pueden admirar los bellísimos murales realizados por el pintor Pietro Asproni y algunos alumnos de la Academia de Brera evocando la vida cotidiana y los eventos que surgen de la historia del pueblo.