En Seui, el recorrido desde la Villa Art Nouveau hasta la prisión española es característico, pasando por un antiguo subterráneo conocido como su Porci, formado por casas de piedra con pequeños balcones de hierro forjado y puertas de madera tallada.
La prisión, construida en la primera mitad del siglo XVII, está rodeada de casas que dificultan su visión desde el exterior. El edificio tiene una planta cuadrada con dos niveles, cada uno con una entrada, más un altillo parcial llamado su staulu farzu.
Durante más de trescientos años, hasta 1975, la prisión fue el punto de referencia para la administración de justicia.
La estructura, dividida en dos plantas, conserva mobiliario del siglo XIX, que puede verse en el alojamiento del alcaide, la cocina y las tres celdas para mujeres, hombres y el calabozo. En la cocina, reconstruida y amueblada con todos los utensilios de la época, hay una chimenea construida en 1910 que, con sus dos hornillos de mampostería, sustituyó a la chimenea central conocida como su fogili, sin campana para permitir la salida del humo. El suelo de la celda de las mujeres está formado por vigas de castaño que sirven de techo a la habitación de abajo, la mazmorra llamada sa cella de su pei in tipu. Se trata de un vestíbulo de pocos metros cuadrados, con suelo de tierra y sin ventanas, donde se torturaba a las prisioneras. El recorrido de los visitantes se completa con una exposición de documentos que muestran cómo se transportaba a los prisioneros desde la prisión de Seui a otros lugares, a veces en carros tirados por varios caballos, rara vez en autobús. Sin embargo, la mayoría de los viajes se hacían a pie y bajo vigilancia. Cuando el tren llegó a Seui en abril de 1894, muchos viajes empezaron a hacerse en tren.
El museo es único en el sentido de que da vida a las dramáticas condiciones de vida de los presos en una época en que el sistema penitenciario y judicial de la isla estaba en manos de los feudatarios. Destacan los resultados de los estudios realizados sobre el trato que el médico dispensaba a los presos y sobre las pócimas y remedios que el farmacéutico preparaba y suministraba al municipio.