Según Victor Berard, escritor estudioso de Homero, el cabo de Orso es el único lugar del Mediterráneo que se puede identificar con la tierra de los lestrigones, los gigantes caníbales protagonistas del X libro de la Odisea, que, provocando graves pérdidas a Ulises, le obligaron a huir. El héroe atracó aquí, cerca de la fuente de Artacia (oso), buscando comida y agua para la tripulación, que, tras desembarcar, fue devorada por dichos gigantes. Un aura de leyenda rodea este cabo que se alza frente el parque del archipiélago de la Maddalena y que toma su nombre de una espectacular escultura natural que se asemeja de manera extraordinaria a un oso cuya cabeza parece indicar el mar. Es la Roca del Oso, monumento natural visitado por miles de excursionistas que se alza sobre una elevación de granito, a más de 120 metros de altura, y vigila el pueblo de Palau, famosa localidad turística ubicada en una ensenada de la Gallura septentrional, cerca de la Costa Esmeralda.
Está a poco más de cinco kilómetros y se llega recorriendo un sendero panorámico de medio kilómetro –diez minutos de ligera pendiente–, que sale del fuerte del cabo de Orso, una de las muchas fortificaciones militares construidas en el s. XIX en Palau, entre las que destaca las baterías de Monte Altura y de Talmone. Desde la cima del promontorio, se domina todo el parque del archipiélago, al que también pertenece el área alrededor de esta obra de arte hecha por la naturaleza, una de las formaciones rocosas más particulares de Italia. La roca de granito, esculpida durante millones de años por agentes atmosféricos, es lisa, casi excavada en la superficie, con un característico color amarillo-rosado.
El promontorio del Oso es conocido desde tiempos inmemoriales. Los antiguos marineros vieron la forma de un oso y, desde entonces, ha conservado este nombre. El primer testimonio histórico es del geógrafo griego Ptolomeo (siglo II d. C.), quien, además de dar sus coordenadas, narra el miedo que provocaba en los marineros porque creían que podía atraer a los barcos "como si fuese un gran imán". No es casualidad que, en el tramo de mar que está delante, se hayan encontrado restos de naves onerarias de diversas épocas, lo que también confirma un intenso tráfico comercial en estas partes. La roca siempre ha sido un punto de referencia, claramente visible desde el mar y citada en los cartas portulanas, para los navegantes que se aventuraban en la costa de Gallura y el estrecho de Bonifacio.
El territorio del cabo de Orso también es interesante desde el punto de vista arqueológico debido a algunas tumbas en cavidad y a una industria lítica del Neolítico. El nuraga Luchìa y las tumbas de Gigantes de Li Mizzani y de Sajacciu son los otros sitios más famosos del municipio de Palau. De un extremo a otro de su costa se alternan promontorios de granito con tramos de arena, como La Sciumara (desembocadura en dialecto galurés) y el sugestivo litoral de aspecto nórdico de Porto Faro. Cerca del pueblo están el Isolotto, caleta de fina arena blanca, y Palau Vecchio, playa bordeada por una pineda, donde hay una parada del Tren Verde que sale desde aquí hacia la Gallura más profunda. Siguiendo hacia el oeste, frente a la isla de Santo Stefano, el pueblo de Porto Rafael permite descubrir el lado exclusivo y lujoso de la zona. Su lugar más famoso es la cala del Inglese, conocida como la piscina de Porto Rafael. Muy cerca destaca el tramo blanquísimo de Costa Serena. Luego, la belleza indómita de Punta Sardegna y las líneas exóticas de cala Trana, encastrada entre dunas, rocas de granito, enebros y lentiscos, caracterizada por una arena que tiende al rosa. Yendo hacia Santa Teresa Gallura, se encuentra el paraíso de Isuledda o isla de las gaviotas. En realidad, es una península unida al continente por un istmo rodeado por el mar turquesa. En la lengua de arena se abren, en abanico, por un lado, la playa de la Arenaria, y, por el otro, Porto Pollo, playa de tonos deslumbrantes, donde siempre sopla el viento: es la localidad sarda símbolo para el funboard, el windsurf y el kitesurf. Delante del paraíso de los surfistas, se alza el islote de los Cavalli y, a lo lejos, las estupendas islas de Spargi y Budelli.