Rodeado de bosques de encinas con el río Flumedosa y protegidos por la cadena del Gennargentu, el pueblo de Seui es uno de los más bonitos del interior de Cerdeña. Su topónimo es de origen incierto, seguramente que no es latín. Mucho antes del dominio romano, el territorio era frecuentado por el hombre, como demuestran diversos trazos y restos de monumentos nurágicos presentes en el territorio. En el Medioevo perteneció a la curadoría de Barbagia di Seulo, en el Reino de la jurisdicción de Calari. Después, tras de la dominación pisana, entró a formar parte del sistema político y administrativo catalano-aragonés, pasando a formar parte de los feudos de Nicolò Carròs, Bartolomeo Subirats y Guglielmo Montgry. Desde 1365 forma parte de las instituciones judiciales y es absorbido por el Reino de Arborea. Finalmente, vuelve a formar parte del feudo de los Carròs. El pueblo está formado por una red de pequeñas calles alrededor de la parroquia de Santa Maria Magdalena, frente a la que se extienden palacetes del siglo XIX y viviendasque muestran los cánones de la arquitectura local rústica en piedra esquistosa, con elegantes arcos, balcones de madera y techos de tejas árabes. A casi 3 kilómetros del pueblo está la mina de carbón de San Sebastiano, descubierta en 1827 por Alberto Lamarmora. Un burgo antiguo suspendido entre el pasado, muy intersante para quien quiera conocer la Cerdeña montañosa.