El Golfo Aranci debe su nombre a un error de interpretación de los mapas militares piamonteses que, hacia mitad del siglo pasado, estableció los primeros mapas geográficos de la isla. “Gulfu de li Ranci” que significa Golfo de los cangrejos, se convirtió en el Golfo de los Naranjos, cítricos que nunca se habían cultivado en esta tierra.
Antiguo puerto romano, este pequeño pueblo tomó relevancia desde los años 60, como importante punto marítimo. El centro habitado, inmerso entre la belleza paisajística de Gallura, está en un tramo de costa en el que los pequeños tramos de arena se alternan con altos acantilados que caen hacia el mar, una lengua de tierra que termina en Cabo Figari, hábitat natural de extrañas especies animales y vegetales. El monte ofrece una vista increíble de la maravillosa cala del Golfo de Olbia y la vecina isla de Figarolo.
Descubrir el Golfo Aranci y su territorio próximo, un auténtico museo natural al aire libre, es una experiencia inolvidable. Hay muchos caminos que llevan hasta el faro, donde en 1928 Guglielmo Marconi inauguró el puente que domina sobre las maravillosas ensenadas de Cala Moresca, Cala Sabina, un solitario arenal accesible a pie a lo largo de la vía del tren, y Punta Marana, hacia el Golfo de Marinella, localidad repleta de rocas de mil y una formas creadas por el viento, inmersas en un increíble espejo que forma el mar.
Desde el puerto de Golfo Aranci salen muchas excursiones por el mar para conocer estas increíbles ensenadas. Punta Filasca, Cala Greca y Cala del Sonno son lugares realmente increíbles, sobre todo para los amantes de las inmersiones. Regalan emociones de gran profundidad, fondos marinos que guardan tesoros arqueológicos, un extraño coral negro y un increíble mundo submarino repleto de estatuas de traquita. Meros, sargos y langostas y muchas otras especies se esconden tras los corales de colores y pequeñas grutas sumergidas, una de las experiencias más fascinantes, para no perderse.
Uno de los lugares más destacados del Golfo Aranci es la “Pared del Mamuthone”, una roca que cae hacia el mar y de fácil ascensión. Recibe ese nombre porque recuerda la máscara de Mamoiada.