Una carretera bordea toda la isla y ofrece, a lo largo de sus 45 km, espectaculares panoramas: granitos y pórfidos delimitan tramos escarpados, ensenadas solitarias, calas silenciosas, playas blancas y mar azul; mientras que tierra adentro se extienden las suaves colinas. La Maddalena es la principal isla de este archipiélago, el mayor no solo de la región histórica de Gallura, sino de toda Cerdeña, formado por más de 60 islas e islotes. Desde 1994, todo el archipiélago es un parque nacional, lo que ha garantizado que se haya conservado como una maravilla incontaminada del Mediterráneo. La isla es la meta ideal para unas vacaciones en busca de bellezas naturales: a tres kilómetros del centro, un sendero que atraviesa la maquia mediterránea lleva a la ría de cala Francese, famosa por su cantera de precioso granito, fuente de riqueza durante siglos. Al sur, siguiendo el paseo marítimo de Padule, se llega a los farallones de punta Nido d’Aquila, cerca de una fortaleza militar. No muy lejos, otra maravilla de arena y escollos pulidos: Punta Tegge. Al norte, calas de dunas de arena blanca finísima, rodeadas por rocas modeladas por la erosión: Cala Lunga, Monti d’Arena y Bassa Trinita, playa dominada por una iglesia del s. XVIII, lugar de profunda devoción. Al este, podrás disfrutar de la acogedora caleta de Spalmatore: arena de color crema enmarcada en el verde de la maquia mediterránea, embellecida por el rosa de las rocas.
La isla, habitada en la prehistoria, fue abandonada tras la caída del Imperio romano de Occidente hasta el s. XVII, cuando una colonia de pastores corsos se estableció en ella y creó la actual comunidad. Debido a su posición estratégica, paso obligado por el estrecho de Bonifacio, se utilizó como puesto defensivo avanzado, siendo testimonio de ello las diferentes fortificaciones, abiertas al público para su visita; precisamente, la ubicación de la isla atrajo el interés, entre otros, de Napoleón Bonaparte, derrotado por la flota capitaneada por Domenico Millelire (1793), oriundo de La Maddalena. Durante mucho tiempo se utilizó como base de la Marina italiana y de la Marina estadounidense, que abandonaron definitivamente la isla a principios de 2008. Los submarinos de los EE. UU. estaban atracados en Santo Stefano, cuarta isla del archipiélago por tamaño. Hoy, La Maddalena alberga una escuela de suboficiales y es sede de departamento marítimo. La ciudad, la única del archipiélago, cuenta con once mil habitantes. Su puerto está orientado hacia Palau, de la cual queda a 15 minutos en barco. En las callejuelas del centro se alzan palacios de finales del s. XVIII y la iglesia parroquial de Santa María Magdalena. En la sacristía es posible visitar el Museo Diocesano de Arte Sacro, donde se expone el tesoro de la santa patrona, que comprende el crucifijo y dos candelabros de plata donados por el almirante Nelson (1804). Es el lugar de la memoria histórica de la ciudad. En el puerto de cala Gavetta se alza una columna con la efigie de Giuseppe Garibaldi, que vivió los últimos 26 años de su vida en Caprera, unida a la Maddalena por el paso de la Moneta, un istmo artificial de 600 m. La segunda isla más grande del archipiélago era el ‘jardín’ del Héroe de dos mundos, famosa hoy por el Compendio Garibaldino, el museo más visitado de Cerdeña. El verde incontaminado de la isla está rodeado por el azul del mar que penetra en espléndidas ensenadas, a cual más bonita: destacan cala Coticcio, la Tahití sarda, la cala de los Due Mari y la playa del Relitto. A Stagnali, ciudad militar durante las guerras mundiales, hoy centro de educación medioambiental, está el Museo Geominero Naturalista, donde podrás admirar rocas y minerales raros, como enormes cristales de cuarzo, arenas de playa y fósiles. En la ciudad, podrás continuar la ruta cultural visitando el Museo del Mar y el Museo Arqueológico Naval Nino Lamboglia, dedicado a los restos de Spargi, una nave oneraria romana, que naufragó en las aguas de la espléndida tercera isla del archipiélago hacia el año 120 a. C. Verás una reproducción de la nave partida, a escala natural, con dentro 200 ánforas de vino y vajilla de mesa que se hallaron en el fondo del mar. Además de inmersiones en el mar, Spargi te permite disfrutar de obras maestras de la naturaleza, entre las que destaca cala Corsara, un bouquet de cuatro caletas de arena finísima, rodeadas de enebros, retamas y azucenas de mar.