U pàize es un enclave ligur en Cerdeña: conserva el idioma y la cultura de sus fundadores, las familias de pescadores originarias de Pegli, un barrio de Génova, que llegaron procedentes de la isla tunecina de Tabarka, donde se habían instalado en el s. XVI. En 1738, el rey Carlos Manuel III dio permiso a los tabarquinos para que colonizaran la isla de San Pietro. En aquella época, la isla estaba deshabitada, sin embargo, antiguamente había sido colonizada primero por los fenicios (s. VIII a. C.), luego, por los cartagineses, que construyeron el templo y la necrópolis, y finalmente por los romanos, que la llamaron isla de los gavilanes. Cuarenta años después, esos mismos pescadores, también fundaron Calasetta en la isla de Sant’Antioco que se halla delante.
Incluido en el selecto club de los lugares más bonitos de Italia, Carloforte, que todavía está muy vinculado a Pegli y Génova, es el único pueblo de la isla y cuenta con seis mil habitantes. Encanta a sus visitantes con sus calles y callejuelas empinadas, con su puerto y con las antiguas fortificaciones defensivas de las cuales quedan torres de vigilancia y tramos de murallas con fortines, incluida la Puerta del León. En cuanto a sus monumentos, cabe señalar u Palassiu de principios del s. XX, hoy Cine-teatro Giuseppe Cavallera, y la iglesia de la Virgen del Náufrago, que alberga una estatua de madera venerada por los tabarquinos, símbolo de la fe y la unión solidaria de la comunidad. También está muy arraigada la devoción a San Pedro, protector de los coraleros y los almadraberos, festejado solemnemente el 29 de junio. En el paseo marítimo, vale la pena hacerse un selfi junto al monumento a Carlos Manuel III, grupo marmóreo de tres estatuas (1786) con el soberano que da nombre al pueblo en el centro. La iglesia parroquial, dedicada a san Carlos Borromeo, también merece una visita. En el barrio de Spalmadureddu está la Torre de San Vittorio, puesto defensivo avanzado, construido con bloques de traquita. En 1898 se convirtió en un observatorio astronómico y desde 2016 alberga el Museo Multimedia del Mar, dedicado a la historia de Carloforte. Como es fácil de imaginar, el mar es parte esencial de esta isla cuya costa está jalonada de abruptos acantilados y plácidas caletas. Al norte se encuentra la romántica cala Vinagra, al noroeste la ría que termina en la encantadora cala Fico, al oeste el promontorio de cabo Sandalo, dominado por un faro del s. XIX, que es el más occidental de Italia, y al sur la espectacular playa de La Bobba, los acantilados de la Conca que caen a pico sobre el mar y Le Colonne, dos farallones que emergen del agua, símbolo de Carloforte.
Por si todo ello fuera poco, la cocina carlofortina tampoco defrauda a nadie. Entre mayo y junio se celebra una manifestación gastronómica internacional cuyo programa cuenta con un concurso de cocina, degustación de platos preparados en directo y numerosas actividades paralelas: se trata del Girotonno cuyo protagonista es el atún y las numerosas maneras de prepararlo. Igualmente famosa es la Feria del Cuscús Tabarquino, que se celebra cada 25 de abril. Y de la cocina al cine con Crêuza de mä, un festival dedicado al cine y la música.