El encanto de los pueblos evergreen, paseando por las callejuelas el tiempo vuela, visitando las exposiciones y galerías instaladas en las torres medievales, la catedral y las iglesias, curioseando en las tiendas de artesanía artística y entre los ateliers de célebres sastres y estilistas de vanguardia, saboreando en las mesas el fresco sabor del marisco y la langosta a la catalana. El nombre del plato lo dice todo, se habla un idioma bastante parecido al catalán, incluso la atmósfera animada recuerda la de Barcelona, pero aquí el aire huele a helicriso y lavanda, los tonos azules dominan la ciudad y encantan los interminables y coloridos atardeceres sobre el mar. Alghero impacta incluso fuera de las antiguas murallas, en los alrededores la prehistoria de las civilizaciones mediterráneas entre domus de Janas y nuraghi, frente en el promontorio de Capo Caccia la belleza descarada de la naturaleza, a veces oculta dentro de las fantásticas cuevas de Nereo, de Neptuno y en la cueva Verde. Incluso a pocos kilómetros de la ciudad el estado de ánimo no cambia, las ruinas de villas romanas evocan la opulencia y la embriaguez, emociona un pueblo minero fantasma abandonado en la playa y resucitado en nombre de la memoria y el arte, fascinan los ambientes salvajes y primordiales donde es fácil encontrarse con el buitre. Y luego el mar...