Tierra de monumentos naturales y mares de ensueño, de excursiones más únicas que raras, como el trekking del Selvaggio Blu que toca las maravillas Goloritzè y Mariolu, o las que ofrece el espectacular cañón de Gorropu, el más profundo de Europa, que se puede explorar por dentro durante todo el recorrido, desde el Supramonte de Urzulei hasta el de Orgosolo. Y luego los senderos para ciclistas y senderistas, entre las crestas de los Tacones jurásicos y valles con pueblos fantasma. Lugares fuera de lo común y habitados por muchas personas longevas, incluso centenarias, más numerosas y con buena salud que en otros sitios.
Viven en los pueblos encaramados en el Supramonte en las laderas orientales del Gennargentu y de la Barbagia di Seui, pero muchos también viven cerca del mar, en los pequeños pueblos de la costa de Ogliastra, desde Tertenia hasta Santa Maria Navarrese. Los pinares que acompañan las playas, reparadas de los vientos, son su entrenamiento cotidiano de socialización y bienestar al aire libre. Se reúnen en pequeños grupos, hablan y cuentan historias, mientras pasean respirando el aire marino y disfrutando del sol, cálido incluso en invierno.
Si les preguntaras cómo comen para mantenerse tan en forma, te dirían "comemos bien", añadirían que en sus mesas nunca falta un vaso de cannonau y al final de la comida un destilado de mirto recogido durante los paseos otoñales. Es cierto que el mar, la tierra y el aire sano sólo pueden dar alimentos genuinos, pero aquí tienen los sabores intensos y el gusto del mundo pastoril de los orígenes. Se escuchan todos claramente, prueben a ojos cerrados los culurgiones y el casu axedu, el milagroso yogur ancestral con una carga alucinante de microbióticos.
La buena alimentación, la actividad física al aire libre, los vínculos sociales y los valores de identidad no bastan para convertirse en una de las cinco zonas azules del mundo. Entra en juego el ADN, con pocas mutaciones de quienes han vivido necesariamente aislados. Y si esto es cierto para Cerdeña, donde hay muchos centenarios, lo es aún más para la Ogliastra considerada una isla dentro de otra isla. Así la describen los viajeros ingleses del siglo XIX que llegaron a Arbatax pasando por lugares descritos como un mundo aparte, suspendidos en el tiempo. El mismo bagaje de emociones sigue aún en los vagones del Trencito Verde. ¿Estás listo para partir?