Salpicaduras de plata durante el invierno, pinceladas de verde intenso o rojizas en otras estaciones. Son los colores del macizo del Gennargentu, la montaña sarda por excelencia. Como se puede ver en el mapa, o incluso mejor personalmente, es en realidad un complejo montañoso dividido en varias ramas, una de los cuales es el Supramonte, que por el norte llega casi hasta Nuoro y por el sur hasta el valle de Flumendosa, en dirección este-oeste van desde el Tirreno hasta el Tirso. Aquí nacen los principales cursos de agua que descienden hacia la costa oriental sarda.
Bien entrenados y equipados con los medios adecuados, aunque con la respiración agitada y los músculos en tensión, se llega a las cumbres más altas de Cerdeña: Bruncu Spina y Punta La Marmora, a unos 1830 metros. Aquí podrás relajarte y disfrutar de una vista de 360 grados de un territorio en gran parte virgen y salvaje, esculpido por profundos cañones y gargantas, cuyos arroyos y barrancos más antiguos son de granito y esquisto. Mirando al cielo, podrás observar con frecuencia el águila real, el grifón o el buitre leonado volando en círculos, mientras que en los claros podrás toparte fácilmente con jabalíes, zorros y martas
También es valioso y típico el repertorio botánico, que incluye robles centenarios, encinas, tejos, castaños, avellanos, enebros enanos, tomillo y helicriso. Toda la zona está salpicada de microsistemas medioambientales que merece la pena visitar uno por uno: las zonas protegidas de los valles y montañas de Uazzo (en el territorio de Tonara y Belvì) y de Funtana Cungiada (en Aritzo). La vertiente suroeste del Gennargentu está salpicada de interesantes vestigios arqueológicos, como el nuraghe Ura 'e sola a 1.330 metros de altitud, y hermosos miradores, como el del Río Aratu