Piedras megalíticas y fuerzas magnéticas, una asociación multimilenaria que aún hoy se siente, caminan entre los lugares donde surge la herencia de la prehistoria, domus de Janas, dolmen y menhir, nuraghi y tumbas de Gigantes, se captan sugerencias particulares y una sensación de misterio. A estas piedras antiguas también se les atribuye una poderosa fuerza que, según se dice, influye en el cuerpo y el alma y genera bienestar. En Palau, por ejemplo, la tumba de Li Mizzani atrae a muchos visitantes que vienen aquí a cargarse de energía positiva, al estar en contacto con las enormes piedras de la exedra y del cuerpo funerario. También es el caso del espectacular s'Ena 'e Thomes de Dorgali y en muchos otros sitios nurágicos diseminados por la Isla y que, según la antigua creencia popular, se cree que son fuentes de flujos magnéticos transmitidos por las grietas del granito.
Desde la prehistoria, las piedras han estado estrechamente vinculadas a otro elemento sagrado por excelencia, el agua. Los pozos no sólo eran lugares de culto y veneración, sino también sitios donde regenerarse y recuperar el bienestar espiritual mediante rituales especiales. También es probable que fueran lugares de contemplación del cosmos y se construyeran donde se sentía una fuerte energía magnética, se alineaban según los movimientos del sol y la luna marcando las estaciones, equinoccios y solsticios. Como en el santuario de Santa Cristina en Paulilatino donde la luna centra el agujero del tholos, la falsa cúpula del templo, cada 18 años y medio, en el preludio del solsticio de invierno. En determinadas fases astronómicas, la bajada de las escaleras para alcanzar el agua se consideraba un camino espiritual de iniciación y purificación. Una experiencia conmovedora que aún hoy se repite.
Del mundo nurágico procede el vínculo milenario de Cerdeña con la piedra y su uso actual, nunca interrumpido y claramente visible en el paisaje rural, en los olivos de montaña, en las viviendas, sobre todo en los pueblos del interior. Las piedras junto con el agua también están vinculadas al bienestar, una fuente natural para tratamientos wellness y recorridos energéticos en los numerosos spa de Cerdeña, donde el agua que proporciona el mar la convierte en el destino ideal para la talasoterapia. Hipócrates, Platón, Aristóteles y Cicerón lo habían documentado: los baños de agua de mar son beneficiosos para el cuerpo y la mente. Por esto, la talasoterapia era una práctica muy extendida en el mundo antiguo, como atestiguan los numerosos sitios arqueológicos, villas privadas y termas públicas, sobre todo romanas.
Los precursores de los actuales apasionados de los centros de bienestar pasaban largas temporadas en las costas sardas para disfrutar del clima templado y del aire salubre y aprovechar al máximo el agua del mar, incontaminada y rica de oligoelementos y minerales. Sumergidos en el agua de mar, parecían sentir instintivamente el vínculo ancestral entre el mar y el origen de la vida y percibían la fuerza magnética del agua y la piedra. Así, naturalmente, se encontraba armonía entre el cuerpo y la mente, una sensación de bienestar que los habitantes y visitantes de Cerdeña aún pueden disfrutar hoy en día.