En barco, en canoa, buceando, bordeando un acantilado de la Isla, podrás divisar, camuflados entre los arbustos, un nuraghe de "vigilancia" o una batería antiaérea, herencia de las guerras del siglo pasado, o un castillo medieval en lo alto de su pueblo. O, lo que es más probable, te toparás con una torre costera: hay un centenar dominando la costa sarda, construidas hace cinco siglos por la Corona de España. Y hoy en día siguen estando allí, en lugares estratégicos "elegidos a dedo", lo que garantizaban un mayor control en el mar, puesto que en aquella época estaba lleno de piratas sarracenos. Trepan por los bordes de altas penínsulas rocosas que sobresalen del agua, cubiertas de vegetación mediterránea y flores silvestres. A sus pies comienza un vibrante y colorido mundo submarino, muy buscado para el buceo y el submarinismo.
Pero si ves una torre desde la playa y no puedes resistir la tentación de compartir una bonita historia en Instagram, puedes ir fácilmente andando hasta ella tomando el camino más corto desde tu sombrilla. Y será aún más divertido conquistarlas en bicicleta de montaña o a caballo siguiendo las rutas que tras las playas pasan por paisajes insólitos, parques y lagunas, y llegan a la cima de los acantilados. La vista desde allí arriba son la imagen indeleble de las vacaciones que te llevarás a casa